Conocí al autor de este libro de puro milagro, y digo milagro porque lo
primero que llegó a mis manos de Juanjo
Sáez fue sorprendentemente gracias a mi madre, que por una vez se decidió a
regalarme por mi cumpleaños algo que no fuera ropa, aquel libro era Yo,
otro libro egocéntrico. Este libro supuso para mí un soplo de aire
fresco en el que se me mostraban unos, en principio, feos dibujos con una
sencillez directa que te calaba a las primeras de cambio y con una sinceridad
que me apabullaba. Y en el que me llamó mucho la atención que la tipografía del
libro provenía del propio puño del autor. Desde aquel entonces la obra de Sáez
se convirtió en un referente para mí.
Aún hoy, tras haber consumido varios libros más del autor sigue
manteniendo intactas todas las características que me atraparon en su día, la
crítica mordaz, el desparpajo, la franqueza más aplastante, el lenguaje más
directo y socarrón, la provocación, el humor con mala leche, y ese trazo amorfo
que tanto atrapa, con torpes y ligeras líneas, pero con hábil y contundente
trasfondo.
El dibujante (como él se autodefine) catalán me deleita de nuevo con
este libro, El Arte, conversaciones imaginarias con mi madre (2006), que
versa, como os podéis imaginar sobre el arte, aunque metiendo por medio en el
mismo paquete a su propia progenitora, personaje que simboliza el sentir del
ciudadano medio acerca de este complejo ente cultural. Para ello se sumerge en
una extraña pero eficaz mezcla entre el ensayo, la autobiografía, la novela y
el cómic para brindarnos su particular visión del arte, todo de forma
asimilable y certera, sin tapujos y con expresiones entendibles, con su sátira
más venenosa, sin olvidarse de repartir algún latigazo que otro. Haciendo un
recorrido por el arte y los artistas que para él merecen la penas, desde
Picasso hasta Warhol, pasando por otros como Dalí o el siempre llamativo
Duchamp.
Todo un compendio de lo que debe ser un liviano libro sobre el arte y
sus vicisitudes sin grandes alardes ni pedanterías y con enormes dosis de
sensatez (algo que le viene muy bien al mundo del arte), alejado de cualquier
atisbo academicista. Un libro que te lees de una sentada y recomendable para
cualquier hijo de vecino, no solo los interesados en el arte, sólo tenéis que
echar un vistazo a las páginas del libro. Una divertida forma de darse un paseo
por algunas de las manifestaciones artísticas que más han marcado el devenir de
nuestra cultura.
El primer libro que leí de este tipo me encantó (recuerdo que fue a la vuelta de un viaje a ARCO, hace unos años), pero no he vuelto a leer nada suyo por dejadez o porque he tenido otras cosas entre manos. Espero sacar un poco de tiempo para él, porque tiene muy buena pinta.
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