Hace poco fui agasajado con un
maravilloso regalo, una fantástica Nintendo 3DS XL (gracias Marina), una
consola a la que le tenía muchísimas ganas, y más teniendo en cuenta mi pasión por
las consolas portátiles en general y las de Nintendo en concreto.
Me faltó tiempo para empezar a exprimirla, y mientras “bicheaba” todos
sus menús y demás artificios terminé cayendo en la Eshop, el sistema de
descarga de la consola, y mira tu por donde me topé con la demo de un juego de
estética y jugabilidad retro que no tardó en ser descargado e instalado. Había
escuchado hablar en alguna página sobre este juego y sus bondades, pero no fue
hasta que probé su demo cuando terminó de conquistarme totalmente y hacer que
fuera raudo a agenciarme con una tarjeta de prepago de la Eshop (se puede pagar
mediante tarjeta de crédito, pero lo prefiero así, que si no me pierdo, que me
conozco). Ese juego no era otro que Mutant Mudds.
El juego nos pone en la piel de Max, un chaval que jugaba tranquilamente
con su consola cuando se vio sorprendido por una invasión alienígena, y como
parece que el ejército está de vacaciones decide hacerles frente el solito
armado con un jetpack y un cañón de… agua. Si, parece que eso les hace pupita a
los bichos. Esto me recuerda a una singular película ochentera llamada Alien
Nation (1988), en la que una serie de extraterrestres llegaban a la
Tierra y se integraban en la sociedad como si tal cosa, estos alienígenas eran
vulnerables al agua…
Bueno, como iba diciendo, Renegade
Kid, los hacedores del juego en cuestión, nos proponen un auténtico plataformas
2D de la vieja escuela (aunque en un principio fue concebido como un software
3D para DS, vaya cambio), en el que se hace uso de todos los clichés de este
mítico genero, plataformas móviles, plataformas intermitentes (bastante
puñeteras, por cierto), hielo resbaladizo, lava, pinchos, enemigos con rutinas
definidas, saltos al vacío medidos milimétricamente,… Eso si, con una respuesta
del joystick (y de la cruceta) a prueba de bombas. Vamos, un compendio de lo
que tiene que ser un buen juego de plataformas, sin olvidarnos de su
dificultad, que aunque en un principio pueda resultar fácil la cosa se va
complicando que da gusto, hasta el punto que los niveles finales pueden llegar
a desesperar un poquitín, pero nada que no se pueda solventar con un poquito de
paciencia y tenacidad a base de repetir una y otra vez la misma fase, fases que
tendréis que empezar desde el principio cada vez que mordáis el polvo, aquí no
hay nada de check points. Deberéis recolectar una serie de pedruscos, cien en
concreto, por cada fase, si no las conseguís todas al final de éstas no podréis
dar por terminado el nivel, aunque tranquilos, tampoco es que estén muy
escondidas. Obtendréis una serie de mejoras tanto en el cañón como en el
jetpack a medida que reunáis Water Sprites, una especie de estrellas que
recogéis al final de cada fase. Aunque debo advertiros de que el juego carece
de jefes finales de fase, algo raro, aunque si os digo la verdad tampoco los
eché mucho de menos.
Lo que más llama la atención del juego y que repercute en él tanto a
nivel visual como jugable es el continuo cambio de planos que realiza el
personaje, desde más cerca hasta más lejos y que le otorga cierta personalidad,
aunque no sea algo tan novedoso. Es aquí donde se hace un acertado uso de las
funciones 3D estereoscópicas del que hace gala la consola, que concede mayor
profundidad si cabe a los incesantes cambios de plano. Aunque eso sí, os
recomiendo que no pongáis el switch de la función 3D más allá de la mitad,
porque empezaréis a verlo todo doble, una pequeña lacra que se detecta en
muchos juegos de esta consola.
El aspecto visual también destaca por su estilo “retroamoroso”, a
caballo entre los 8 y 16 bit, o “12 bit”, como lo califican sus creadores, con
un acabado “cute” muy acorde para la ocasión y con ciertos niveles con estética
de Game Boy, con todo el nivel de color verde, y Virtual Boy, con todo rojo; y
alguna sorpresilla más. A nivel sonoro es donde el juego petardea más, con unas
melodías chiptune que no se te quedan clavadas en la mente pero que cumplen
perfectamente su función, al igual que los demás sonidos del juego que os
acompañarán a lo largo de los diversos avatares de la aventura.
Así iba a ser el juego en un principio |
Resumiendo, un buen juego que no debéis dejar escapar, más si sois
seguidores de los juegos vintage, aunque reconozco que se me hacen un poco
excesivos los 9 euros que cuesta, yo lo conseguí por 6 euros gracias a una pequeña
rebaja temporal. Eso si, el juego os regalará mínimo unas veinte horas de juego
“old school” que se os pasarán volando.
De qué me suena esto a mi... |
También quiero recordaros que hay versiones de este juego para PC
mediante GOG, iOS, y Wii U. Ala, “muddies” para todos.
¿Es que soy el único mortal sin 3DS? Quiero una tres deee eeeseeeeeee!! :D
ResponderEliminarAunque hablas muy bien del juego, creo que no pagaría 9 euros por él. Creo que este tipo de juegos digitales deberían ganar dinero a través de microtransacciones en el propio juego, que debería ser más barato (3 euros como mucho)