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miércoles, 27 de noviembre de 2013

El océano al final del camino - Neil Gaiman


Neil Gaiman vuelve a la narrativa después de unos cuantos años de silencio, y lo hace como mejor sabe: con una historia que aúna la magia y la memoria. Par qué os voy a engañar: soy un fan declarado de Gaiman y todo lo que escribe pasa por mis manos, ya sea infantil, juvenil, adulto, alien o lo que sea que escriba este hombre. ¿Es esto sano? Y qué más da, si me permite leer pequeñas joyas como 'El océano al final del camino'. Vamos a echarle un vistazo.
"Era imposible que parecieran muertos, porque nunca habían parecido vivos."
 Me encanta (y esto es una valoración personal) que una historia tome como punto de partida la muerte. La muerte como desencadenante de una narración tiene cierta fuerza, cierto 'poder', que aclimata el texto y lo pone en contexto, haciendo que una historia, por fantasiosa que sea, se ancle en la única realidad absoluta conocida. 
"Los adultos siguen caminos. Los niños exploran."
En el caso de 'El océano al final del camino', la muerte sirve como punto de arranque para una historia sobre la magia y la memoria. Aquí voy a hacer un pequeño inciso: ¿os habéis dado cuenta de cómo la memoria mueve el mundo? La gestión de la nostalgia es el negocio del futuro. En fin, como decía, el libro juega con la idea de 'volver' ("con la frente marchita...", que diría Gardel) desde un punto de vista muy particular, y es que, si os fijáis, ¿quién diríais que es el protagonista? Exacto: en ningún momento se dice su nombre. De hecho, me gustaría leer algunas páginas en su idioma original para constatar si tampoco se le atribuye género, haciendo que el personaje principal sea el propio lector. Son, en definitiva, nuestros propios recuerdos (pequeños frikis...) los que Gaiman pone en valor a través de al mirada de un niño. 
"Las sombras se congregaron en torno al círculo. Eran manchas informes que solo estaban ahí, realmente ahí, cuando las miraba por el rabillo del ojo. Entonces sí tenían forma de pájaro. Entonces sí parecían hambrientos."
Por otra parte, el autor mantiene los lugares comunes de sus obras anteriores (la magia, el poder de los nombres...), que mezcla con su propia biografía de pequeño devorador de libros. Además, mantiene un estilo variable, donde excesos y defectos se unen (combina las frases cortas y directas con las más largas y narrativas, inunda la lectura de adjetivos, se olvida de ellos...), dando lugar a la escritura propia a la que Gaiman nos tiene acostumbrado y que, probablemente, no funcionaría en cualquier otro autor. 
"Comprendí que la realidad que yo conocía no era más que la fina capa de glaseado que cubre una inmensa y oscura tarta de cumpleaños, preñada de larvas, de pesadillas y de hambre."
En contrapunto, debo decir que me da la impresión de que Gaimana, por mucho que se catalogue esta obra como 'adulta', sigue intentando conectar con un público infantil o juvenil, como si quisiera obviar que la edad de sus lectores está más cerca de la cuarentena que de la quincena. Lo más exacto, tal vez, sería decir que este 'Océano al final del camino' es un libro infantil para adultos, un libro para todos aquellos que dimos/dieron el paso a otra etapa de nuestras vidas y añoramos el sentimiento de, simplemente, tener tiempo para leer un buen libro agazapados bajo las mantas... no creo que se convierta en el próximo 'Harry potter'. 
"Me pregunté cómo me vería ella a mí, en aquel lugar, y supe que incluso sumergido en algo que no era otra cosa que conocimiento esa era la única cosa que no podía saber."

2 comentarios:

  1. Lo leere, cuando tenga algo de tiempo... buff, se me amontonan las lecturas...

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  2. Buena reseña, por fin lo tengo en mis manos.
    ¡Qué ganas de leerlo, sobre todo después de lo bien que estuvo El libro del cementerio!

    ¡Saludos!

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