Como ya he dicho en varias ocasiones, el tiempo del que dispongo para cualquier cosa es cada vez más modesto y lo invierto, principalmente, en una mujer maravillosa. Así que acciones como la lectura o la escritura, que son actos eminentemente solitarios, han pasado a un segundo plano (lo podréis comprobar en el número decreciente de actualizaciones que hago en éste vuestro blog). Pero, por supuesto, 'hacer menos cosas' no implica 'no hacer nada', por lo que tras el salto encontraréis mis impresiones sobre el último libro que he leído: La Sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón.
"Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados."
Así se inicia al ópera prima de Ruíz Zafón, con una frase que marcará el tono de la narración y que recuerda, peligrosamente, a la primera frase de uno de mis libros favoritos y, probablemente, el preferido de muchos lectores:
"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo."
No en vano el profesor Eduardo Ruiz Tosaus comenta en su análisis del libro (que recomiendo leer a quienes gustase la obra) que el texto presenta una estructura posmoderna, al anclarse en una multiplicidad de códigos narrativos y al presentarse de manera fragmentaria. Además, y esto lo añado por cuenta propia, otro hito de la posmodernidad es lo que vino a llamarse 'apropiacionismo', que casa con esta idea de 'recoger estilos y géneros'.
A este respecto, no se trata de una novela que pueda definirse como detectivesca, cómica, trágica... es todo, y nada a la vez. Ruiz Zafón presenta una serie de hechos que casa con maestría para presentar una historia muy atractiva, en la que sumergirse como quien se sumerge en arenas movedizas: poco a poco, y sin posibilidad de escapar.
Se trata también de una narración salpicada de elementos anecdóticos reales que le otorgan cierto carácter histórico, entre los que destaca la inclusión de lugares reales de la arquitectura urbana de Barcelona. Indudablemente, los residentes en la ciudad catalana disfrutarán más de esta lectura, comprobando cómo los personajes interactúan con lugares que conocen.
En mi opinión, creo que el libro gusta tanto porque es un canto de amor a la lectura, una oda al lector idílico que todos llevamos dentro. El protagonista descubre un libro, una extraña joya, en una biblioteca de ensueño, e investiga el misterio de su escritor pista a pista mientras fantasía y realidad se mezclan. Todo ello, magistralmente encajado en una estructura de muñeca rusa, mostrando cada detalle poco a poco a través de puntos de vista múltiples.
Otra cosa que me sorprendió fue que, mientras lo leía, quería saber más de Julian Carax. Quería leer a Julián Carax. ¡Maldita sea, quería ser Julian Carax! La sombra del viento, con sus mas y sus menos, es un ejemplo de un bestseller (con todo lo que la palabra implica) bien hecho.
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