En
lo alto de un armario, al fondo del garaje, en lo más oscuro del desván
descansan guarnecidos por austeras cajas de cartón unos artilugios que en su
día fueron contendores de ilusión y que ahora no son más que olvidados trastos
antiguos. Lo que pocos saben es que esas carcasas de plástico son hoy los
barriles que han envejecido con el transcurrir de los años el sonido más añejo
oculto en improvisadas bodegas, almacenadas entre recuerdos, y que ahora se
convierten en elixir que alimentan nuestra memoria a través de nuestros oídos.
Después de satisfacer mi vena más nostálgica
vayamos al meollo.
Básicamente esto es el chiptune, un
movimiento musical que se apoya en antiguas videoconsolas (sobretodo de 8 bits)
para crear un sonido muy similar al de aquellos inmortales sistemas de
entretenimiento, regalándonos unas melodías que nos retrotraen a épocas pasadas
con martilleantes y estruendosos soniquetes. Estos sonidos, que nos recuerdan levemente
al tecno y el dance más añoso, van más allá de lo que parece ser un fenómeno
efímero, y amenaza con quedarse perpetuamente entre nosotros. ¿O es que son
acaso los recuerdos una moda pasajera?
Probablemente si no has jugado en tu
infancia con videojuegos no simpatices mucho con este estilo musical, porque
incluso yo termino con la cabeza atolondrada a veces tras ingerir en grandes
cantidades estas melodías. Esto que puede parecer algo anacrónico no es más que
el comienzo de un nuevo arte auditivo que juega con nuestros sentimientos por
el mero valor estético y que cada día capta más adeptos.
El sonido chiptune generado con los propios
chips de sonido de dichas máquinas vio su mayor auge durante los ochenta y
principios de los noventa, cuando ni siquiera había sido bautizado con este
nombre. Aquí surgieron artistas que supieron hacer de las limitaciones técnicas
un terreno fértil para melodías que perdurarían con el paso del tiempo.
Artistas como Koji Kondo (Super Mario Bros, Zelda), Nobuo Uematsu (saga Final Fantasy), o Yuzo Koshiro (Streets of Rage).
Este apogeo duró hasta que el CD se erigió como soporte de los videojuegos, formato
en el que podían embucharse composiciones que se alejaban del MIDI (el formato
original del chiptune) con verdaderas
bandas sonoras orquestales.
Actualmente la escena chiptunera ha devuelto
a la vida los circuitos de nuestras consolas de la infancia, por las que vuelve
a correr magia. Entre consolas y ordenadores tan populares como Mega Drive,
Master System, Spectrum, Atari 2600, Commodore 64, Nes, destaca el antiguo
ladrillo de Nintendo, Game Boy, que se ha transformado en la cabeza visible de
este movimiento musical, ya sea por su portatibilidad, su accesibilidad o por
su facilidad de uso, ha generado una scene
que motiva a los artistas a crear diferentes modificaciones en la consola, como
por ejemplo iluminarles la pantalla, o incluso crear nuevo software en forma de
diminutos cartuchos que facilitan la tarea de composición con estos
instrumentos y dan profundidad a sus espectáculos en vivo.
Como en cualquier género musical siempre hay
distintas ramas y subgéneros, este no iba a ser menos. Existen grupos que
podríamos denominar “puros”, que se basan solo y únicamente en estos
instrumentos para regalarnos su música, tales como el inglés Shirobon, I, Cactus, o Turboshinboy,
entre otros. Mientras que otros se decantan por mezclar con otros instrumentos
más ordinarios, como es el ejemplo de los famosos Anamaguchi, compositores de la banda sonora de la película Scott
Pillgrim (basada en un comic), altamente influenciada por el mundo de
los videojuegos. Por otro lado hay otros artistas que se atreven a mezclar
estos osados y agudos sonidos con la
voz, donde los japoneses YMCK
destacan sobre el resto, y es que ya sabéis que en cuanto a cultura pop se
refiere los nipones se llevan la palma. Incluso existen grupos más extremistas
que solo utilizan una máquina para componer, como es el caso de Iamerror, que pertenecen a la vertiente
de los Nintendocore, que se valen
tan solo de la añorada Nes para sus creaciones. En lo que al panorama patrio se
refiere también podemos encontrar agrupaciones del estilo de Meneo o Pepinisimo.
Como todo buen género musical este tampoco
se iba a quedar sin su ración de festivales. Uno de los más importantes lo
encontramos en Estados Unidos, en Blip
Festival, donde se reúne cada año en Nueva York lo más granado del sector,
aunque este mismo festival se exporta a otros lugares como Tokio, donde ya os
podéis imaginar que no está falto de público. Pero tampoco se libran países de
habla hispana, como Méjico, que da cobijo al festival 1 Lengua: 8 bits y que da pie a toda la escena “ochobitera”
sudamericana.
Y es que este “retro-vanguardista” sonido no
ha pasado desapercibido por estos lares, y más con el fructífero mercado
electrónico vintage existente, hasta el punto de originar iniciativas como la
de Europe in 8 bits, un proyecto
basado en el crowdfunding (campaña de recolección de capital para un proyecto
mediante internet, para los despistados) para realizar un documental sobre el
propio chiptune y lo que ello conlleva, como la reutilización y reciclaje de
tecnología obsoleta.
No os hago perder más el tiempo, ir
corriendo a darle un tiento a este refrescante sonido circuitero. Para ello aquí
tenéis unos cuantos enlaces:
Super interesante!
ResponderEliminarHace unos años estuve interesado en el Chiptune, pero debo confesar que me rayé (o rallé, siempre me lío con eso :D ) y que volví pronto a mis Arcade Fire, Muse, etc.
Un amigo lleva un tiempo buscando una GameBoy para hacer chiptune, y yo mismo estuve haciendo tonterías con varias aplicaciones para iphone que lo simulan bastante bien (lo se, lo se, no tiene el verdadero encanto de las 8 bits :D )
Por cierto, vendrían genial enlaces a youtube en los nombres de los grupos que mencionas, ¡parecen interesantes!
No sé si podrá entrar totalmente en esta clasificación, pero hace en el "SOS 4.8" de hace un par de años tocó Crystal Castles, que tienen canciones con música de videojuegos de 8-bits
ResponderEliminarEsta lo ilustra bastante bien:
http://www.goear.com/listen/d9f57a6/alice-practice-crystal-castles