Los productores de 'Amanecer' nos avisan de la calidad de la película con este cartel tan cutre |
El otro día pasé un fin de semana crepuscular. Primero, en
casa con la primera parte de Amanecer, y luego en el cine con la segunda parte.
Y aquí estoy, recuperado tras la faena, dispuesto a contaros lo que se me pasa
por la cabeza.
En la saga Crepúsculo no pasa nada. Utiliza dos películas
(cinco, de hecho) para contar una historia insulsa que, en la mente de un
guionista competente, uno de esos guionistas que, bueno, ya sabéis, ha visto un
par de películas en su vida, se resolvería en 20 minutos. Un cortometraje. Sí
señor, eso sí que sería un buen corto. Incluso en la mente de un guionista de
telenovelas se resolvería con más dignidad. Sin embargo, no es así. Durante
cinco películas, nos cuentan los pormenores de la vida de una muchacha incapaz
de decidirse entre un hombre lobo o un vampiro, mientras pasa de sus amigos que
se preocupan de ella.
Os voy a explicar la saga Crepúsculo como mejor sé,
comparándola con otra cosa: si un caricaturista resalta lo evidente hasta lo
absurdo, las tres primeras partes de la saga parecían obra de uno de estos
artistas. La caricatura de una historia de amor. La caricatura de una historia
de monstruos. La caricatura de una caricatura que se vuelve grotesca e
inverosímil.
Las tres primeras partes de la saga son, probablemente, el
mayor despropósito que se haya visto en una sala de cine (bueno, yo las vi de
un tirón hace dos años en mi salón… ugh…). Una serie de nada al que sigue otro
montón de nada. Y, lo peor, el revuelo que montaron, con las niñas (y las no
tan niñas) viendo al personaje de Bella, un ser ególatra y ensimismado lo mires
por donde lo mires, como su modelo a seguir.
Y llegamos a las dos últimas partes: Amanecer.
AMANECE, QUE NO ES POCO
Amanecer… es interesante. No quiero dejarme llevar por los
prejuicios, como estoy seguro que han hecho muchos “críticos” (entrecomillo,
porque hoy cualquiera con una conexión a internet es crítico), y debo decir que
se trata de una historia, como mínimo, curiosa. Es cierto que parte de una base
pésima (las tres primeras partes) y, tal vez por eso, estas dos películas me
hayan parecido un poco más que mediocres.
La historia del nacimiento de un mestizo de vampiro y humano,
y de cómo la sociedad no lo acepta (entiéndase “la sociedad vampira”, porque la
“otra” sociedad no sabe nada) es un buen argumento. En serio, es una historia
interesante. Es una historia que hemos escuchado mil veces, la historia de la
búsqueda de la igualdad de derechos, la historia de la aceptación. El problema
es que, en este caso, no solo es una historia mal contada: además, cuenta con
unos actores principales de tercera categoría que no podrían interpretar el
papel que les toca ni aunque estuviera basado en sus propias vidas. Un guión,
por otra parte, horrible (¿cómo es posible que, después de ocho horas de
metraje, no consiga que sienta algo por esos personajes? ¿No existen los cursos
de diálogo para guionistas noveles, o algo así?), que se queda a medias en casi
cada escena. Un guion que provoca risa donde debería crear tensión. Un guión
que no consigue emocionar.
EL ARTE DE QUE NO PASE NADA
El principal problema de la saga es que no ocurre nada en
ellas. La trama avanza a golpes de giro dramático y no consolidando ideas (las
ideas, de hecho, parecen regurgitadas, digeridas una y otra vez: la misma idea
expuesta de manera insistente, lo que me recuerda a una frase de un libro de
Pere Salabert: “Fuerza será insistir antes que dar razones”. Crepúsculo insiste, minuto tras minuto, pero
no da motivos para aguantar una hora más despierto), y decir “es que el libro
es así” no es excusa, porque se trata de una adaptación, no de un calco, lo
cual conlleva adaptar el libro al lenguaje cinematográfico, sabiendo que los
tiempos de lectura y visionado no son los mismos.
Lucifer se marcha, y a Sandman le da un escalofrío al saber que voy a mencionarle en una entrada dedicada a Crepúsculo. |
Debo decir que algunas de las obras que más me gustan son,
precisamente, en las que “no pasa nada”, pero “no pasar nada” no significa
aburrir. De hecho, “no pasar nada” significa mantener tensión, dar pie a
imaginar… ¿Alguno de vosotros ha leído Sandman? En ‘Estación de Nieblas’,
Morfeo se prepara para una batalla que no ocurre. No pasa “nada” (entre
comillas, porque pasa prácticamente todo), pero es una de las historias más
interesantes del comic de Neil Gaiman. Lo mismo podría decir de Vagabond, de
Takehiko Inoue, donde el protagonista pasa un tomo completo frente a su
adversario, imaginando cómo sería pelear contra él, o Walking Dead, de Robert
Kirkman, donde la historia avanza sin cesar aunque a veces solo se dediquen a
vivir entre las páginas del tebeo.
MEJOR DIRIGIDA QUE LAS ANTERIORES, PERO…
¿Es que no ven la película antes de estrenarla? En serio,
¿quién hace los efectos especiales? Las escenas de “correr” son horribles. Sí,
hay pequeñas dosis de genialidad, pero se escabullen entre tanto fondo verde
mal utilizado.
Podría haber sido una historia realmente buena, pero se
queda en el boceto. Amanecer es el punto de madurez que necesitaba la saga
durante todas sus entregas, un punto de madurez que llega muy tarde y que no
consigue encarrilar una historia a la que le faltan muchas horas de
correcciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario