No os voy a engañar: me encanta Joseph Gordon-Levitt, así que imaginad mi sorpresa cuando supe que escribiría, dirigiría y protagonizaría una película en la que, además, participaría Scarlett Johanson como co-protagonista. La trama: chico conoce a chica. ¿Típico cine familiar? Casi. Sigue leyendo.
Sexo, sexo y más sexo, ese sería el resúmen de Don Jon. Que sí, que tiene miga y moraleja, pero no, la peli va de sexo, y lo cierto es que resulta curioso cómo una factoría llevada por mojigatos como Hollywood ha podido dar luz verde a una película así.
Se trata de una producción en la que todo hombre (mi inventor de estadísticas dice que más bien un 80% de los hombres) se verá reflejado, y es que trata un tema fundamental en la vida de todo (casi todo) portador del doble cromosoma equis: 'ennoviarse' (el corrector ortográfico sufre, no sin razón, con esta palabra).
El hombre con novia cambia y se deja manipular (para bien o para mal) por sexo. Esa podría ser la frase que defina el punto de partida del film. Y luego está la pregunta principal de la película: ¿qué es el sexo?
En principio el film muestra el sexo desde un punto de vista completamente machista. Sin embargo, el onanismo y egocentrismo del que el protagonista hace gala una y otra vez se verá superado por el conocimiento de otra forma de entender el coito, más como un acto de comunicación que como uno de placer propio. En definitiva, y para que nos entendamos: el sexo es cosa de dos (algo que, por otra parte, sabe cualquier persona con la sensibilidad básica de una piedra, aunque, claro, con tanto Mujeres y hombres y viceversa, igual se ha perdido un poco).
Si bien el debut de Levitt como director no tiene nada malo que reseñar, es en su actuación y en la de Johansson donde se ve algo que no acaba de encajar, ya sea porque se trate de actores encasillados en papeles más "serios" o porque sus actuaciones resultan, en cierta medida, forzadas (algo así como lo que le ocurre Brad Pitt en la sensacional 'quemar después de leer' de los hermanos Cohen). Eso si: los secundarios (de lujo, Julianne Moore y Tony Danza) brillan con luz propia.
Además, tanto la banda sonora como la fotografía general del film tienen una falta considerable de "algo que destacar", lo que deja, en definitiva, con una película que no aburre pero por la que no merece la pena pagar una entrada de cine, ni mucho menos un DvD original a precio de tinta de impresora.
Para ver en un tiempo muerto sin esperar demasiado.
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