Cuando te toqué, temeroso y dubitativo, descubrí las curvas y el tacto de tu oscura piel, estaba nervioso, y no podía apartar la mirada de ti.
Cuando me fui a mi casa no podía quitarme tu recuerdo de la cabeza, solo pensaba en ti y la maravillosa tarde que pasamos juntos.
Les hablé a mis padres sobre ti, pero ellos no te veían con buenos ojos. Pasaba el tiempo y cada vez te hacías más lejana, más inalcanzable, hasta tal punto que casi te di por imposible. De hecho un día mis padres me presentaron a otro miembro de tu familia, Master System. Durante un tiempo te saqué de mi mente, “Master” consiguió que no te recordase durante una temporada, pero un día paseando por un centro comercial nos volvimos a encontrar, tú estabas rodeada de tus congéneres, ataviada a cuadros, como siempre, y volví a recordar la primera vez que nos vimos, volví a sentir aquello en el estómago que ni Master System ni ninguna otra había conseguido crear en mí, esas mariposas, esa excitación que sólo tú me infundías.
Así que al día siguiente no pude evitar presentarme por sorpresa en casa de mi vecino, necesitaba verte, tocarte, oírte, sentirte. Fue una sensación muy extraña, yo dejaba abandonada en mi casa a “Master” por estar contigo, pero tú sólo tenías ojos para mi vecino, mientras tanto yo ahogaba mi frustración con Sonic, uno de tus íntimos.
En el colegio tenía que escuchar cómo la gente hablaba a tus espaldas, muchos pensaban que una tal Super Nintendo era más guapa que tú, pero se equivocaban, nunca estuvo a tu altura, nunca tuvo tu garbo, ni tu madurez, solo se rodeaba de niñatos incipientes, y alguna vez tuve que poner mi mejilla para defender tu honor. Y todo para qué, para que al llegar a casa tuviese que aguantar la desidia y el ceño fruncido de una celosa Master System, cuya relación era cada vez más distante.
Poco después apareció en mi vida una pequeña de ojos verdes, GameBoy, venía de la misma familia que Super Nintendo, pero ella me caía mejor. Supo darme la chispa que me faltaba durante una temporada, incluso terminó de romper mi relación con Master, que veía como le salían competidoras por todos lados, como GameBoy, que me acompañaba a todos lados, al parque, a la playa, a la piscina, a casa de mi abuela, la conocía toda la familia. GameBoy fue lo más cercano que estuve de olvidarte definitivamente, pero sabes que eso no pasó.
Mientras tanto, tu padre, Sega, te mimaba y te colmaba de regalos y todo tipo de caprichos, que si un Mega CD por aquí, que si un 32X por allá, pero eso solo valió para que tu popularidad terminase por los suelos. Hasta que un día llegó tu hermana pequeña, más jóven, más moderna, más atractiva, Saturn, y dejaste de ser el centro de atención de tu familia, fue cuando tu nombre terminó cayendo en el ostracismo, y nunca, nadie más se acordó de ti. Menos yo.
Afortunadamente el tiempo pasa, el tiempo, ese gran juez que pone a cada uno en su lugar, y tu no ibas a ser menos, terminarías siendo el miembro más recordado de todo tu linaje, incluso superando a tus hermanas más jóvenes, y Sega, terminaría colocándote en el lugar de la historia que te merecías.
Y yo, qué recuerdo puedo albergar yo de ti, qué puedo decirte, aunque sigo flirteando con otras, sabes que solo tú me conquistaste desde el primer día, desde aquella fecha en casa de mi vecino que pasé a pertenecerte, sin embargo tú nunca me perteneciste, nunca fuiste mía, y que pese al paso del tiempo siempre serás mi amor platónico.
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