Papa
conduciendo con el gesto impasible, mamá de copiloto dando la tabarra a papá
acerca de cómo debía conducir. En la parte trasera la mojigata de tu hermana
dándote la brasa a un lado, y al otro tu abuela echándote un sermón para que no
le des más collejas a tu hermana. El calor es sofocante, el maletero va a
explotar, la baca parece una pirámide con tanto trasto, el coche agoniza de
tanto peso y tu solo podías resignarte a rezar para que llegaseis cuanto antes
a la playa.
Así es como
empezaban las vacaciones de verano para la mayoría de chavales de nuestra
generación, las perspectivas no eran muy esperanzadoras, más bien desastrosas.
Suerte que junto a nuestra Game Boy llevábamos una caja, en forma de cofre del
tesoro, lleno de juguetes del verano.
Las
vacaciones de verano podían hacerse largas si no ibas bien equipado, a veces te
hubiese gustado meter a los amigos en el maletero pero tus padres se oponían
incomprensiblemente…
Tu única vía
de escape eran los juguetes del verano, ya sea sólo o acompañado te hacían más
amenos los interminables veranos con la familia. Hagamos un repaso a estos
nostálgicos juguetes.
LAS PALAS Y EL
CUBO
Desde luego
si hay que empezar por algo es sin duda por esto, las palas y el cubo, el más mítico de los juguetes de verano. El
pack básico estaba compuesto por el cubo, la pala y el rastrillo. Eventualmente
venían acompañado por algún objeto más como alguna pala complementaria o un
cubo más pequeño. Siempre los podías encontrar en su correspondiente redecilla
de colores adecuadamente cerradita con los objetos dentro bien a la vista.
Estos
juguetes hacían nuestras delicias a la orilla de la playa, jugábamos con la
arena haciendo nuestros pinitos en el mundo de la arquitectura con castillos
imposibles, con la vacua esperanza de poder independizarnos de nuestros padres.
Aunque la verdad es que a veces se hacía algo frustrante, ya que en ocasiones
éramos incapaces de levantar ni una sola torre. Si a eso había que añadirle los
constantes viajes al agua para recoger un poco de ésta y seguir moldeando la
arena la tarea se hacía bastante cansina.
Menos mal
que llegaba un momento en el que nuestro padre se apiadaba de nosotros y nos
echaba una mano, con lo cual el asunto tomaba otro cariz, aunque te dabas
cuenta que lo de la independencia aún quedaba lejos.
LAS PISTOLAS DE AGUA
Si hay un
juguete con el que nos hemos flipado mucho desde siempre ese ha sido sin duda
la pistola de agua. La de batallas
campales que nos hemos montado con nuestros amigos con estos juguetes de
plástico han sido de órdago. La consecuencia de una de estas batallas era
calarse hasta el alma, terminábamos con la ropa empapada y los oídos llenos de
agua, pero nadie nos ganaba en felicidad. Eso si, después tu madre no te dejaba
entrar a casa hasta que no te secaras.
La variedad
de estas pistolas era interminable, con todo tipo de tamaños y colores, sin
contar la evolución que han sufrido hasta llegar a nuestros días, desde la
pistola más pequeña y sencilla hasta las actuales, mucho más llamativas y
complejas, verdaderas armas de chorreo intensivo, capaces de ducharte con
apretar el gatillo tan solo una vez.
Eso si,
había que tener un grifo siempre a mano, porque a poco que nos dábamos cuenta
las pistolas estaban vacías y el agua se esparcía por todas partes, con el
consecuente enfado, de nuevo, de nuestras sufridoras madres.
LOS GLOBOS
DE AGUA
Si lo
comparamos con los anteriores éstas resultaban verdaderas bombas que dejaban en
pañales a la pistola o escopeta de agua más colosal, los globos de agua eran el
arma definitiva de calado masivo, con una de éstas en tus manos tus amigos
huían despavoridos, te sentías poderoso.
Quién no ha
jugado alguna vez a tirar estas bombas desde lo alto de un edificio, llámese
balcón, ventana o terraza, con la inflexible y colérica reacción de nuestros
mayores (que solían ser nuestros blancos preferidos, a parte del típico
pardillo). Probablemente la frase que más escuché durante mi infancia fue la de
“¡¡¡Mucho miedo y poco vergüenza es lo
que tienes!!!”.
LAS RAQUETAS DE PLAYA
“Un, dos, tres,… uuuyyy. Empezemos de nuevo”. Este era por lo general el comienzo de
una partida con alguien con las raquetas de playa, aunque con el tiempo
conseguías pillarle el truco y podías estar más tiempo con la pelotita en el
aire. Este intento de llevar el tenis al ámbito playero era todo un naufragio
de los jugadores inexpertos que si no tenían un poco de paciencia se cansaban
pronto de estas raquetitas, que quedarían pronto relegadas al fondo de la caja
de los juguetes.
Aunque lo
típico era jugar a la orilla de la playa, si querías darle un plus de
dificultad podías optar por jugar dentro del agua, que solo era apto para
jugadores avanzados, aunque a la larga se hacia más divertido. Pero claro, el
asunto de las raquetas de playa era un círculo muy cerrado, solo se jugaban con
ellas en la playa, ¿o acaso has visto alguna vez a alguien jugando con ellas en
un sitio que no sea la playa?
Mención
especial se merece la pelotita de goma que acompañaba a las raquetas, de
diversos colores, a cual más llamativo. Sin contar la capacidad intrínseca que
poseían estas bolitas de goma para perderse cuando menos te lo esperabas, daba
igual el cuidado que llevases con ellas. Encontrarlas era más difícil que
localizar a Wally en uno de sus libros más difíciles.
DISCOS
VOLADORES (FRISBEES)
La verdad es
que manejar a la perfección estos juguetitos no era moco de pavo, requerían
cierto aprendizaje por nuestra parte, aunque los resultados podían trasformarse
en horas de diversión. En un principio solo jugabas con ellos a pasarla, algo
que se hacía un tanto monótono, aunque cuando reunías a más gente podías jugar
con ellos a modo de pelota en un improvisado rugby playero, pasando el disco
entre los componentes de tu equipo para que no te blocase un miembro del equipo
contrario.
Y siempre
había una alternativa no menos sabrosa, porque jugar con tu leal perro tenía su
aquel, el noble de Toby siempre iba en busca del freesbe y te lo traía sin
rechistar.
Además estos
juguetes se prodigaban mucho en las ofertas veraniegas, en las que marcas como
Coca-cola o Matutano lo utilizaban como reclamo publicitario regalándolo con botellas
y bolsas de patatas. En este apartado de merchandising, quiero hacer una
escueta alusión a los productos veraniegos de Colacao, ¿alguien se acuerda de la Baticao?
PELOTAS
Las pelotas
son otro elemento que no puede faltar en cualquier playa que se precie, desde
balones de fútbol, de voleibol, o las clásicas pelotas coloridas de playa, esas
de plástico de tamaño contundente, esas a las que dabas un puntapié y no
volvías a verla. Que por cierto, no veas como cansaba jugar al futbol en la
playa, la arena da la sensación de que la gravedad se multiplica por diez, te
sentías supertorpe, y más cuando no levantábamos ni dos palmos del suelo.
Y qué decir
de la mítica pelota de Nivea, ir a
la playa y no ver ninguna de éstas era como ir a Benidorm y no encontrar ningún
guiri achicharrándose como una gamba.
FLOTADORES Y COLCHONETAS
Los
flotadores han estado siempre ligados a nosotros desde nuestra más tierna
infancia, no tocábamos el agua si no nos enfundábamos uno de estos salvavidas
de goma con forma de animal, a cual más divertido.
Nuestros
padres se echaban a temblar cuando nos dirigíamos a ellos con caras felices y
un ejemplar de flotador de patito deshinchado en las manos, ya sabían lo que
les tocaba, cualquier cosa por no quitarnos la ilusión. A soplar tocaba. Pobres.
Hace tiempo
que no utilizo uno, espero que hayan mejorado los bordes, que tenían unos
salientes en la parte de la costura que parecían sierras. Al final de un día de
playa tenías los brazos llenos de rozaduras y marcas rojas.
De este
incordio de detalle tampoco se libraban las colchonetas, que también las podías
encontrar de todos los tamaños, formas y colores. Era como el siguiente eslabón
en la cadena, una vez crecías lo suficiente y te doctorabas con el flotador
podías pasar a usar la colchoneta. Eso si, era mucho más cómoda. Tanto es así,
que si te quedabas durmiendo en una de éstas corrías el peligro de despertarte
en Melilla.
LAS PISCINAS
DE GOMA
Si, ya se
que no son un juguete en sí, pero no quería dejar de hacerle un huequecito a
una de las estrellas del verano.
Al igual que
una gran parte de chavales emigraban hacia la costa en verano había otra gran porción
que se quedaba en casita. A parte de las tradicionales piscinas públicas y
demás esta suponía una de las mejores alternativas para darte un chapuzón y
esquivar el calor de forma divertida, con la ventaja de que podías hacer lo que
quisieras, y además podías invitar a tus amigos, es más, se auto invitaban
ellos mismos
Los jardines
y terrazas de nuestras casas han albergado alguna vez un ejemplar de piscina de
goma, ya fueran más pequeñas o más grandes. Eso si, era un milagro si una de
estas piscinas llegaba viva al final del verano, por que siempre se pinchaban o
rasgaban por algún lado de una forma u otra. Y es que ya empezábamos a conocer
lo que era la Ley de Murphy.
En la
actualidad hay mucha más variedad de juguetes y productos, más sofisticados y elaborados,
pero no dejan de ser evoluciones y transformaciones de los tradicionales. En
televisión no se dejan de ver anuncios relacionados, pero a la hora de la verdad
los que ves en la playa son los mismos de siempre.
Estamos en
pleno verano, y es el mejor momento para rememorar aquellos tiempos, ahora
mismo estáis perdiendo el tiempo leyendo este artículo, corred a la playa y
jugad con la raqueta, la pelota, las palas o cualquier otra cosas que haga
sentir como niños de nuevo.
Malditos seáis todos aquellos que tuvisteis vacaciones de veranos en vuestra infancia... XD
ResponderEliminar"Suerte que junto a nuestra Game Boy llevábamos una caja, en forma de cofre del tesoro, lleno de juguetes del verano"... en la caja había una tonelada de pilas para la Gameboy XD
Vale, me has pillao...
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