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jueves, 25 de julio de 2013

Los juguetes del verano

   

   
   Papa conduciendo con el gesto impasible, mamá de copiloto dando la tabarra a papá acerca de cómo debía conducir. En la parte trasera la mojigata de tu hermana dándote la brasa a un lado, y al otro tu abuela echándote un sermón para que no le des más collejas a tu hermana. El calor es sofocante, el maletero va a explotar, la baca parece una pirámide con tanto trasto, el coche agoniza de tanto peso y tu solo podías resignarte a rezar para que llegaseis cuanto antes a la playa.
   Así es como empezaban las vacaciones de verano para la mayoría de chavales de nuestra generación, las perspectivas no eran muy esperanzadoras, más bien desastrosas. Suerte que junto a nuestra Game Boy llevábamos una caja, en forma de cofre del tesoro, lleno de juguetes del verano.
   Las vacaciones de verano podían hacerse largas si no ibas bien equipado, a veces te hubiese gustado meter a los amigos en el maletero pero tus padres se oponían incomprensiblemente…
   Tu única vía de escape eran los juguetes del verano, ya sea sólo o acompañado te hacían más amenos los interminables veranos con la familia. Hagamos un repaso a estos nostálgicos juguetes.

   LAS PALAS Y EL CUBO
   

  
   Desde luego si hay que empezar por algo es sin duda por esto, las palas y el cubo, el más mítico de los juguetes de verano. El pack básico estaba compuesto por el cubo, la pala y el rastrillo. Eventualmente venían acompañado por algún objeto más como alguna pala complementaria o un cubo más pequeño. Siempre los podías encontrar en su correspondiente redecilla de colores adecuadamente cerradita con los objetos dentro bien a la vista.
   Estos juguetes hacían nuestras delicias a la orilla de la playa, jugábamos con la arena haciendo nuestros pinitos en el mundo de la arquitectura con castillos imposibles, con la vacua esperanza de poder independizarnos de nuestros padres. Aunque la verdad es que a veces se hacía algo frustrante, ya que en ocasiones éramos incapaces de levantar ni una sola torre. Si a eso había que añadirle los constantes viajes al agua para recoger un poco de ésta y seguir moldeando la arena la tarea se hacía bastante cansina.
   Menos mal que llegaba un momento en el que nuestro padre se apiadaba de nosotros y nos echaba una mano, con lo cual el asunto tomaba otro cariz, aunque te dabas cuenta que lo de la independencia aún quedaba lejos.


 LAS PISTOLAS DE AGUA


  
   Si hay un juguete con el que nos hemos flipado mucho desde siempre ese ha sido sin duda la pistola de agua. La de batallas campales que nos hemos montado con nuestros amigos con estos juguetes de plástico han sido de órdago. La consecuencia de una de estas batallas era calarse hasta el alma, terminábamos con la ropa empapada y los oídos llenos de agua, pero nadie nos ganaba en felicidad. Eso si, después tu madre no te dejaba entrar a casa hasta que no te secaras.
   La variedad de estas pistolas era interminable, con todo tipo de tamaños y colores, sin contar la evolución que han sufrido hasta llegar a nuestros días, desde la pistola más pequeña y sencilla hasta las actuales, mucho más llamativas y complejas, verdaderas armas de chorreo intensivo, capaces de ducharte con apretar el gatillo tan solo una vez.
   Eso si, había que tener un grifo siempre a mano, porque a poco que nos dábamos cuenta las pistolas estaban vacías y el agua se esparcía por todas partes, con el consecuente enfado, de nuevo, de nuestras sufridoras madres.


   LOS GLOBOS DE AGUA


 
   Si lo comparamos con los anteriores éstas resultaban verdaderas bombas que dejaban en pañales a la pistola o escopeta de agua más colosal, los globos de agua eran el arma definitiva de calado masivo, con una de éstas en tus manos tus amigos huían despavoridos, te sentías poderoso.
   Quién no ha jugado alguna vez a tirar estas bombas desde lo alto de un edificio, llámese balcón, ventana o terraza, con la inflexible y colérica reacción de nuestros mayores (que solían ser nuestros blancos preferidos, a parte del típico pardillo). Probablemente la frase que más escuché durante mi infancia fue la de “¡¡¡Mucho miedo y poco vergüenza es lo que tienes!!!”.
 
   
LAS RAQUETAS DE PLAYA


  
   “Un, dos, tres,… uuuyyy. Empezemos de nuevo”. Este era por lo general el comienzo de una partida con alguien con las raquetas de playa, aunque con el tiempo conseguías pillarle el truco y podías estar más tiempo con la pelotita en el aire. Este intento de llevar el tenis al ámbito playero era todo un naufragio de los jugadores inexpertos que si no tenían un poco de paciencia se cansaban pronto de estas raquetitas, que quedarían pronto relegadas al fondo de la caja de los juguetes.
   Aunque lo típico era jugar a la orilla de la playa, si querías darle un plus de dificultad podías optar por jugar dentro del agua, que solo era apto para jugadores avanzados, aunque a la larga se hacia más divertido. Pero claro, el asunto de las raquetas de playa era un círculo muy cerrado, solo se jugaban con ellas en la playa, ¿o acaso has visto alguna vez a alguien jugando con ellas en un sitio que no sea la playa?
   Mención especial se merece la pelotita de goma que acompañaba a las raquetas, de diversos colores, a cual más llamativo. Sin contar la capacidad intrínseca que poseían estas bolitas de goma para perderse cuando menos te lo esperabas, daba igual el cuidado que llevases con ellas. Encontrarlas era más difícil que localizar a Wally en uno de sus libros más difíciles.   


   DISCOS VOLADORES (FRISBEES)
   

  
   La verdad es que manejar a la perfección estos juguetitos no era moco de pavo, requerían cierto aprendizaje por nuestra parte, aunque los resultados podían trasformarse en horas de diversión. En un principio solo jugabas con ellos a pasarla, algo que se hacía un tanto monótono, aunque cuando reunías a más gente podías jugar con ellos a modo de pelota en un improvisado rugby playero, pasando el disco entre los componentes de tu equipo para que no te blocase un miembro del equipo contrario.
   Y siempre había una alternativa no menos sabrosa, porque jugar con tu leal perro tenía su aquel, el noble de Toby siempre iba en busca del freesbe y te lo traía sin rechistar.
   Además estos juguetes se prodigaban mucho en las ofertas veraniegas, en las que marcas como Coca-cola o Matutano lo utilizaban como reclamo publicitario regalándolo con botellas y bolsas de patatas. En este apartado de merchandising, quiero hacer una escueta alusión a los productos veraniegos de Colacao, ¿alguien se acuerda de la Baticao?


   PELOTAS



   Las pelotas son otro elemento que no puede faltar en cualquier playa que se precie, desde balones de fútbol, de voleibol, o las clásicas pelotas coloridas de playa, esas de plástico de tamaño contundente, esas a las que dabas un puntapié y no volvías a verla. Que por cierto, no veas como cansaba jugar al futbol en la playa, la arena da la sensación de que la gravedad se multiplica por diez, te sentías supertorpe, y más cuando no levantábamos ni dos palmos del suelo.
   

   Y qué decir de la mítica pelota de Nivea, ir a la playa y no ver ninguna de éstas era como ir a Benidorm y no encontrar ningún guiri achicharrándose como una gamba.


 
   FLOTADORES Y COLCHONETAS
  

  
   Los flotadores han estado siempre ligados a nosotros desde nuestra más tierna infancia, no tocábamos el agua si no nos enfundábamos uno de estos salvavidas de goma con forma de animal, a cual más divertido.
   Nuestros padres se echaban a temblar cuando nos dirigíamos a ellos con caras felices y un ejemplar de flotador de patito deshinchado en las manos, ya sabían lo que les tocaba, cualquier cosa por no quitarnos la ilusión. A soplar tocaba. Pobres.
  
   Hace tiempo que no utilizo uno, espero que hayan mejorado los bordes, que tenían unos salientes en la parte de la costura que parecían sierras. Al final de un día de playa tenías los brazos llenos de rozaduras y marcas rojas.
        
   De este incordio de detalle tampoco se libraban las colchonetas, que también las podías encontrar de todos los tamaños, formas y colores. Era como el siguiente eslabón en la cadena, una vez crecías lo suficiente y te doctorabas con el flotador podías pasar a usar la colchoneta. Eso si, era mucho más cómoda. Tanto es así, que si te quedabas durmiendo en una de éstas corrías el peligro de despertarte en Melilla.


  
   LAS PISCINAS DE GOMA
   

   Si, ya se que no son un juguete en sí, pero no quería dejar de hacerle un huequecito a una de las estrellas del verano.
   Al igual que una gran parte de chavales emigraban hacia la costa en verano había otra gran porción que se quedaba en casita. A parte de las tradicionales piscinas públicas y demás esta suponía una de las mejores alternativas para darte un chapuzón y esquivar el calor de forma divertida, con la ventaja de que podías hacer lo que quisieras, y además podías invitar a tus amigos, es más, se auto invitaban ellos mismos
   Los jardines y terrazas de nuestras casas han albergado alguna vez un ejemplar de piscina de goma, ya fueran más pequeñas o más grandes. Eso si, era un milagro si una de estas piscinas llegaba viva al final del verano, por que siempre se pinchaban o rasgaban por algún lado de una forma u otra. Y es que ya empezábamos a conocer lo que era la Ley de Murphy.
   En la actualidad hay mucha más variedad de juguetes y productos, más sofisticados y elaborados, pero no dejan de ser evoluciones y transformaciones de los tradicionales. En televisión no se dejan de ver anuncios relacionados, pero a la hora de la verdad los que ves en la playa son los mismos de siempre.
   Estamos en pleno verano, y es el mejor momento para rememorar aquellos tiempos, ahora mismo estáis perdiendo el tiempo leyendo este artículo, corred a la playa y jugad con la raqueta, la pelota, las palas o cualquier otra cosas que haga sentir como niños de nuevo.     
  
  
  

   

2 comentarios:

  1. Malditos seáis todos aquellos que tuvisteis vacaciones de veranos en vuestra infancia... XD

    "Suerte que junto a nuestra Game Boy llevábamos una caja, en forma de cofre del tesoro, lleno de juguetes del verano"... en la caja había una tonelada de pilas para la Gameboy XD

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