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domingo, 17 de febrero de 2013

Transformers 3: El lado oscuro de la Luna (2011)



   Reconozco que no tengo tantos conocimientos de cine como de videojuegos, admito que no soy un gran analista cinematográfico, y que no me desenvuelvo especialmente bien en estas lides. Pero hay veces, momentos en la vida de una persona que debe dar el paso y meterse en otros charcos, y si hace falta mancharse de barro hasta las trancas.
   Esto se debe al visionado que hice ayer de este producto de 2011 llamado Transformers 3: El lado oscuro de la Luna (Dark of the Moon). Resulta que por una serie de vicisitudes se dieron las circunstancias idóneas para ver esta película: Me encontraba en casa de un amigo que posee una televisión Full HD con cuarenta y largas pulgadas, una enorme videoteca, habíamos bebido algo de vino, nos disponíamos a comer y el sofá era tan cómodo que me tenía totalmente secuestrado. Además se juntó que mi amigo, cuyo amor por el cine no tiene límites y por el que tengo un gran afecto, me invitó efusivamente a ver dicha película en alta definición, ante lo cual, y más teniendo en cuenta lo anteriormente comentado no pude negarme.

   Vayamos por partes. Antes quiero recordar que este no será un análisis al uso, donde reinará totalmente la subjetividad y lo ilógico, y en el que no me hago responsable ni de mis propias palabras. Análisis que no será para nada concienzudo, de hecho es posible que me olvide de muchas cosas, pero no olvidaré tocar otras, que será donde más me cebe. Dicho esto comencemos.
   Para empezar, creo que es la película (por llamarla de alguna forma) más americanamente americana que he visto en mi corta y poco americana vida entre todas las americanadamente americanadas producciones americanas de toda la historia americana de los estados más puramente americanos dentro del país más genuinamente americano de todo el continente americano del planeta más americanizadamente americanizado del universo más americano de la galaxia. Y quiero añadir una cosa más que creo que me dejo atrás: es una americanada.
   Solo digo eso, desde Independence Day no veía algo similar. Y más si tenemos en cuenta que el que lleva la batuta del despropósito no es ni más ni menos que Michael Bay, un director cuyo origen creo, creo, no me atrevo a afirmar rotundamente, que es americano, pero no me hagáis mucho caso.  Esas banderas ondeando al viento, esas puestas de sol, esas miradas perdidas al horizonte, esos discursos rimbombantes, ese dramatismo que derrocha moralina barata, ese “todo más grande y más espectacular”, esas rutilantes explosiones, esos valores, todo rezuma patriotismo. Por Dios, si hasta los niños vomitan barras y estrellas.

Soy Michale Bay, a que molo
   
   Y no he acabado, me dejo para el final lo mejor, ese achaque que ha adoptado por firma personal Michael Bay, la cámara lenta. Madre mía Michael, Mike, para abreviar. Te juro que no pasa nada si la peli va a ritmo normal, de verdad, sin cámara lenta también se hacen películas, en serio. Es que me imagino una reunión diaria, de las que hacen normalmente los mandamases de la Paramount en esa gran mesa de esa gran sala de ese gran edificio debatiendo: “-Bueno, se lo decimos o qué-, -Ya pero recuerda cómo se puso la otra vez cuando se lo insinuamos-, -Si, pero no podemos seguir así, alguien se lo tiene que decir-”  Así que al final le piden a Jerry Bruckheimer (productor y amiguete suyo) que se lo diga a Bay: “-Mike, tío, ya eres mayorcito para esas mariconadas, déjate ya la cámara lenta-“ A lo que Mike le contesta mientras hace pucheritos: “-Jo, Jerry, no me esperaba eso de ti, has herido mis sentimientos-“ A lo que Mike añade: “-Y que sepas que a mi abuelita le encantan las cámaras lentas, dice que añaden plasticidad y dramatismo a la escena, ala-“
   En fin, tampoco quiero hacer más escarnio con esto. Espero que olvide esa manía de “amenizarnos” a todos con sus interminables escenas de cámara lenta. De hecho, gracias a este recurso cinematográfico tan común recordé por qué no quería ni tocar con un palo una peli más de Transformers, y es que en su día cuando vi la segunda entrega (La venganza de los caídos, 2009) me arrepentí de no haberme llevado al cine el pijama y tomarme antes un vaso de leche con galletas. Si digo soporífera creo que soy amable. Recuerdo que Jorge casi se va de la sala…
   Bueno, y si hablamos de la chica de la película, Rosie Hunting-Whitley, pufff. Ya sabemos que está rematadamente buena, y me parece genial que nos alegre la vista decorando cada plano de la cinta, pero, si me dicen que la película se llama Una rubia muy legal 2, me lo creo. Su imagen inunda todo el film, insultando casi a la misma palabra obviedad, se le ve más que a los propios robots. Así de simple nos ven a los espectadores, no me extraña que denominen a este tipo de producciones como de “entretenimiento”, pero entretenimiento de quién, ¿de asnos, de ovejas? Desde luego si pretenden que vayamos en rebaños al cine a ver este tipo de películas conmigo la llevan clara, aunque si aparece Rosie… Y mira que yo siempre me he considerado un defensor de la cultura pop, y toda clase de entes culturales asumibles por el populacho (entre los que me incluyo, claro), expresando las cosas sin pedanterías ni remilgos. Pero una cosa es el pueblo llano y otra el pueblo inclinado, hacia abajo. Y además mucho.

He escogido esta foto de Rosie por su calidad artística.
   
   Sobre los actores, si, Optimus Prime me llega, me transmite una serie de sensaciones que me hacen estremecer. Casi tan buena como la amargura emocional que me transfiere la maldad de los Decepticoms (los malos). Vale, vale, a lo mejor estoy siendo un poco cruel, pero para lo que hay que contar, y más si hablamos de actores del nombre de John Turturro o Francesc Macdormand, que se pasean por la peli “echando el rato”, si más. A lo mejor por eso le llaman a esto cine de entretenimiento, los actores si se entretienen…
   Con toda esta vorágine se me había olvidado contaros algo sobre el argumento, pero es que no hay argumento. Bueno, creo recordar algo, al parecer se estrelló sobre los años 50 en la luna una nave de los Autobots (los buenos) con su lider, Sentinel Prime, una especie de abuelo cebolleta robótico que está un poco “chocho” y que guardaba unos cacharros que podían abrir unas puertas interplanetarias o algo así. Así que claro, cuando se enteran los dos bandos se lía la de dios, como siempre vaya. Esto me recuerda lo poco salvable de la película, los efectos especiales digitales son de lo mejorcito que se puede ver en el cine actualmente… y va el amigo Mike y hace que bosteces con ellos, ¿cómo se consigue eso? Pregúntale a Mike.
   Poco más. A pesar de todo lo que he dicho no la considero la peor de la trilogía, la segunda se lleva la palma. Y a ver si Mike me sorprende y hace un spin-off con Rosie Huntin-Como se llame como “prota”, otra vez, como en Transformer 3.
Por cierto, el que tiene que salvar el mundo es este pringao
   Bueno, dicho esto, ya he saciado esta imperiosa necesidad de liberarme de los demonios que llevaba dentro tras ver esta… ¿cosa? Así que prometo no daros mucho más el coñazo hablando de cosas como esta. ¿O tal vez si?

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