No juego a muchos videojuegos últimamente (dedico el tiempo
a dibujar, básicamente) pero, haciendo un repaso a las típicas webs que ya se
han convertido en páginas cotidianas, leí una crítica que me llamó la atención
de un juego independiente de lucha que calificaban como atípico y nostálgico:
Punch Club. No sé si fue el aburrimiento o que no tenía nada que hacer en ese
momento, pero tenía que probarlo, y estas son mis impresiones.
En efecto: se trata de un juego atípico que utiliza
innumerables fuentes para convertirse en un producto que rezuma nostalgia por
los cuatro costados. Nostalgia Friky. Y es que se trata de un juego hecho desde
el amor y la pasión a esta subcultura (¿contracultura? ¿Cultura?), que bebe de
incontables referentes para hacer una historia tan original como típica, hilada
con toques de locura para que Jay y Bob el silencioso, Pulp Fiction o los “cocodrilos”
ninja puedan coexistir en el mismo espacio pixelado (porque, en efecto, se
trata de un videojuego “retro”) sin parecer incoherente.
Además, se trata de un juego divertido que, si bien puede
pecar de rutinario cuanto más se avanza, sabe reinventarse a sí mismo con giros
absurdos (y, por qué no decirlo, graciosos) que hacen avanzar la trama.
El único ‘pero’ es la frustración que se puede llegar a sentir
por la falta de control de nuestro personaje en las peleas, donde el jugador se
convierte en espectador y su papel se centra en decidir qué tipo de ataque usar
en cada round, pero no cuándo ni cómo usarlo.
Un juego divertido que sacará la sonrisa de más de un y que
no deja tiempo para el aburrimiento (cuando no es la historia, son los árboles
de habilidades y logros los que nos harán seguir avanzando).
Lo único que deja con un sabor agridulce es el final del juego, por dejar al jugador con ganas de más tras no por redondo, sino porque da la sensación de faltar un verdadero desenlace.
Lo único que deja con un sabor agridulce es el final del juego, por dejar al jugador con ganas de más tras no por redondo, sino porque da la sensación de faltar un verdadero desenlace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario