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lunes, 14 de enero de 2013

La firma del artista




Los nombres, como diría Gaiman, tienen poder. Si no os lo creéis, sólo hay que echar un vistazo a cada cartel promocional que aparece en la calle: estrellas mediáticas, nombres, anunciando grandes marcas, películas que harían dormir al más estoico dirigidas por directores de renombre se llevan el premio de turno, Best-sellers que pueblan las estanterías cada 12 meses con un nuevo libro del que sólo se recordará el título (y, tal vez, la opinión que el crítico prestigioso dé sobre él). 


Hazte un nombre. Cría fama. Solo así lograrás que tu película de 90 minutos pase a durar 9 horas. Solo con un nombre publicarán el libro que ha escrito el negro (Ghostwriter) de turno sin nombre. Los 'críticos'  de actualidad darán por hecho que tu obra es especial (no digo ya buena o mala, sólo digna de mención) si, en el catálogo de la exposición que inaugurarán distinguidos personajes de tu sector, reconocen tu nombre. Arial, 153, negrita, subrayado. 


Bilbo, dispuesto a luchar con cualquiera que insinúe que El Hobbit debería durar menos de 53 horas
Así  como la persona deviene en personaje, el arte, precedido por su fama, deviene en otra cosa, algo más y algo menos que arte. No llega a ser Kitsch y podríamos denominarlo “artenaje” (No, no existe ese término… pero alguien tenía que inventarlo). El personaje está en todos sitios: se habla de él, se escribe de él, se le consume como parte de los mass media. Al artenaje le pasa algo parecido: es consumido ya no por que sea bueno o malo, sino porque tiene fama.

El mundo de la Cultura actual es el mundo de las expectativas que crean las obras precedidas por su fama (ya nos hemos acostumbrado a llamarlo ‘Hype’). Decenas de críticos (o yo mismo) saldrán a defender la última película de David Lynch con una explicación que será más interesante que la propia película, y los fans de toda la vida (si, nosotros, no nos escondamos), después de pasar meses suspirando por la última de Nolan (léase como ‘Dark Knight Rises’) no querrán sentirse defraudados el día del estreno y dirán que “no es tan buena como la segunda, pero está muy bien” en lugar de “¿qué diablos quiere venderme?”.

La inusual (por llamarlo de alguna manera) Inland Empire, la obra cumbre de Lynch que… no, no, no… no puedo mentir en un pie de foto.
Eso si: la fama actúa en ambos sentidos. Que levante la mano quien no haya dicho “Amanecer –de la saga Crepúsculo- es una mierda” sin haber visto la película ni las tres primeras. Que tire la primera piedra quien esperaba como agua de mayo ‘Antes de Watchmen’ por los artistas que están a su cargo y no por la polémica que suscita crear una obra de esas características.

¿Y los artistas ‘estrella’? Yo mismo tengo mis ‘artistas fetiche’ y soy incapaz de hablar nada malo de ellos debido, principalmente, a su trayectoria. Aaron Sorkin es el niño de mis ojos, a Brian Michael Bendis le perdono todo, si Carlos Pacheco lo dibuja, lo compro. Y así con muchos otros. Extremoduro, Arcade Fire, Rockstar Games, la saga de Super Mario… todos tenemos nuestros ‘pequeños protegidos’ de los que no sabríamos hablar mal.

 Aaron Sorkin, recibiendo un Globo de Oro por el guión de ‘The Social Network’
Por supuesto, de este tema se podría hablar largo y tendido (algo que haré más adelante) pero, por hoy, lo dejaremos aquí. Tan solo una pregunta más: vosotros, queridos lectores, ¿tenéis algún artista o producto favorito al que excusaríais de cualquier cosa? 

4 comentarios:

  1. Por supuesto, tienes razón. Ya hemos discutido esto en varias ocasiones y siempre me gusta retomarlo. Yo se lo perdono todo a Alan Moore, y nunca compraría nada de Liefeld, pero ellos se empeñan en juntarse y hacer basuras enormes con grandes diálogos... Al final todo será un objeto inamovible contra una fuerza irresistible. O darse cuenta uno mismo que su autor fetiche, aunque cague oro, de vez en cuando se tira un pedo y no es plan tragárselo porque si.
    También pienso que a lo mejor, nosotros los fans, somos capaces de ver cosas en nuestro autor que otras personas no ven, pequeños guiños que hace solo para su publico fiel que hace que queramos ver su próxima película solo por ese pequeño homenaje que nos brindara. La gente podrá decir que ha sido una mierda, pero nosotros podremos responder: tu no lo has entendido... Y así somos, nos dejamos llevar por unas migajas y les defendemos a ultranza incluso cuando no entendemos lo que han hecho. Y luego criticamos a las Bilibers que se vuelven locas sin escuchar la mierda que canta su ídolo.
    Como el refranero español esta hay para eso y es increíblemente extenso, ahí dejo esto: Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro.
    Tendríamos que intentar ser mas objetivos, pero entonces a nadie le gustarían nuestros comentarios... XD

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    Respuestas
    1. Sí, ahí está: pequeños guiños.
      ¿Puede una película considerarse objetivamente buena si es técnicamente mala pero tiene 'pequeños guiños' para el espectador habitual? Eso sería la versión rebuscada de la 'frase recurrente' (el 'yo no he sido' de Bart Simpson llevado a un extremo narrativo). Sería caer en el "me gusta porque lo conozco" y no en "me gusta porque es bueno".

      Aceptaría que alguien dijera "me gusta la tercera de Batman de Nolan aun con sus fallos", pero no un "la tercera de Batman de Nolan es buena porque me gusta", como ha pasado en casi todos los casos este año.

      Y sí, por supuesto, a quién vamos a engañar: todos lo hacemos. A veces defendemos lo indefendible y otras criticamos por criticar, solo por gusto o aversión personal. Lo realmente interesante sería educar nuestra mirada para poder saber cuándo somos objetivos y cuándo somos 'trolls' o 'bilibers'

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  2. Pos ya ves tu...
    A mi me pasa algo parecido con Akira Toriyama, pero es que su dibujo es perfecto!!!!

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  3. La fama... La gente suele moverse en torno a obras o autores ya conocidos y que les han ofrecido una grata experiencia, es por eso que leer, ver u oír su próxima obra posee cierta garantía. Al final todo se reduce a eso, a las "garantías" que nos ofrecen los autores (o incluso productores, en el caso del cine o la música). Luego lo que queda realmente es el "crédito" que le regalas a cada uno en tu lista personal, conociendo su trayectoria, sopesando tanto los aspectos que te gustan como los que no. Y todo eso acaba en el "criterio" que nos formamos, jeje.

    Yo, personalmente, siempre intento ser imparcial. De hecho, a veces me siento un bicho raro por no tener verdaderos ídolos, pero sí autores que me encantan en X obras. Sólo puedo aplicar algo parecido a lo de "ídolo" en el caso de que ya estén muertos y, obviamente, no puedan producir más obra, de modo que tengo toda su trayectoria a mi disposición, sin sorpresas de futuro, sin sobresaltos.

    También pasa algo curioso, y es que, a la inversa, la gente tiene cierta facilidad para demonizar a un autor por una obra mala. Lo mismo no era su "día", o quiso probar algo distinto y falló miserablemente, o tuvo problemas externos, etc. Hay que saber "perdonar" y estar preparado para lo que nos traiga en el futuro haciendo borrón y cuenta nueva y, si vemos que sigue en la misma línea, ya ahí comenzar el proceso de "demonización" :D

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